domingo, 10 de octubre de 2010

LAS MUJERES Y LA VIOLENCIA


Las mujeres que son víctimas de violencia sexual suelen ser renuentes a informar sobre el crimen a la policía, la familia u otros. En los países en que la virginidad de la mujer se asocia con el honor de la familia, las mujeres solteras que notifican una violación pueden ser obligadas a casarse con el agresor, siendo esto un gravísimo error, ya que esa unión no es propia del amor puro, sino del descaro de un hombre desvergonzado que, por satisfacer un repugnante ‘"impulso’’, hace daño a quien menos le importa.
Algunas pueden ser asesinadas por sus padres o hermanos avergonzados, como una manera de restablecer el honor de la familia. En algunos países, una mujer que ha sido violada puede ser encausada y encarcelada por cometer el "delito" de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, en caso de no poder demostrar que el incidente fue en realidad una violación.
El silencio se convierte en nuestro peor enemigo y en el mejor aliado para repetir los abusos
La víctima del abuso cree que tiene que ocultarlo porque teme ser señalada como culpable, siente vergüenza de ser mirada/o como "un ser diferente", aislándose de los demás para evitar críticas que la dañen aún más. Al quedarse callada(o) la víctima está favoreciendo al agresor y ayudándolo, dejándolo libre, a hacerle lo mismo a otras personas.
Según el Ministerio de Salud el principal problema de este índole en Colombia es la violencia. Aunque la de tipo político generada por la guerrilla, paramilitares y ejército es la más publicitada, la que más impacto económico genera y la causante de 1´500.000 desplazados en el país, ésta sólo suma entre el 20 y 30% del total de muertes violentas.
En ciudades como Cali, contrario a lo que usualmente se cree, la violencia generada por el crimen organizado tampoco es la que más víctimas causa.
Lo que hace crítico el fenómeno son otro tipo de violencias de orden social y económico como la intrafamiliar, sexual, pasional, maltrato infantil, maltrato a la mujer, lesiones personales, atracos, riñas callejeras, además de los accidentes de tránsito.
Estas violencias cotidianas son tan graves que se les considera una epidemia puesto que afectan amplios núcleos poblacionales. Por esta razón se han convertido en objeto de estudio para investigadores de las ciencias sociales y de la salud.

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