sábado, 6 de marzo de 2010

POR LA DIGNIDAD DE LA MUJER


Siempre nos han categorizado como el sexo débil, que somos incapaces de demostrar de que estamos hechas, porque siempre estamos de tras de un hombre y esperar que nos represente ante la sociedad, y por este motivo nos aislamos de lo que podemos sentir, pensar y hacer. Esto es debido a que nos aferramos a un pensamiento primitivo que el “hombre siempre hace todo”. Por ejemplo en la toma de decisiones; como cerrar un negocio, comprar una casa, comprar artículos, carros y ni hablar la hora de ocupar un nivel de intelecto superior en avances científicos, médicos, administrativos, siempre le dejamos como se dice la última palabra a ellos.
Eso si en lo único que tenemos uso de razón para los oficios de la casa desde hacer mercado, hasta cuidar los niños, para ese campo lo hacemos a la perfección, pero esto es sencillamente aplicar el actuar del instinto maternal, que nos hace únicas y que muchos hombres hoy en día lo intentan hacer pero nunca lo igualaran una mujer. Y eso nos hace diferentes.
Estamos al medio de una dicotomía entre estar preparadas para dar un paso adelante o simplemente quedarnos en la era primitiva. Es un reto que cada una debemos asumir preocuparnos por desarrollar esa parte de nuestro cerebro que nos hace falta, y empezar por creernos que somos capaces, que podemos hacer lo que queramos, representar un papel digno en la sociedad, dejar los miedos a enfrentarnos por grandes cosas con un hombre, fomentar el poder de decisión en lo que no estemos obligadas hacer.
Es importante resaltar que pocas mujeres ya están haciendo el intento de sobresalir en más que ser una reina de belleza como por ejemplo en desempeñar liderazgos con responsabilidad y autonomía propia en temas como la escritura, la administración, educación, el deporte, las bellas artes, diseños de modas, periodismo, proyectos de emprendimiento; creando fundaciones en pro de la mujer y su reconstrucción para una vida digna entre muchos campos más.
La invitación es para aquellas mujeres que sienten temor de sí mismas, que aprendan a quererse y sacar el potencial en lo que realmente se siente capaz de hacer. Preocuparnos por participar políticamente en las decisiones del país, en ocupar cargos a nivel profesional y de representación. Cultivar una nueva generación de mujeres pensantes de este siglo y no seguir degenerando nuestra especie y condicionar la igualdad de género ante los hombres que siempre tratan de sentirnos menos ante cualquier circunstancia.

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